Es claramente excitante que te paguen por tener sexo, sentirse que lo haces como un trabajo como una profesional, algo despierta en tí, algo morboso, incluso quizás un poco sórdido.
No obstante, si te quieres situar en ese escenario, es mejor que entiendas que todos esos prejuicios que contextualizan una relación sexual y que refieren al amor romántico idealizado y a la necesidad de encontrar al hombre ideal, sólo son producto de lo aprendido y de lo culturalmente correcto. Más bien, se ha observado que en todos los rincones del mundo y en todos los momentos de la historia, las transacciones económicas han estado asociadas al Ethos del Amor y del Sexo.
Por lo tanto, se puede entender que el disfrute es voluntario y no necesitas nada más que conocerte a ti misma, porque la relación con el propio cuerpo lo es todo. Saber que te gusta, los roces perfectos, las caricias más placenteras, la capacidad de excitarse hasta el punto del éxtasis, tiene más que ver con una misma que con el compañero o compañera sexual.
Más aún, cuando te encuentras en una instancia de seducción que terminará en la cama con un completo desconocido, tienes que buscar los puntos en común: la belleza, el encanto y la calentura como un desarrollo fluido de una película porno, con sofisticación, claro, porque en ocasiones encontrar el sexapil en el potencial amante es más difícil de lo que parece. Sin embargo, como soy una convencida de que todo puede lograrse a través del método, es que yo inventé el mío propio, el que se funda en la fantasía más desinhibida, de la cual una imaginación tan prolífica como la mía puede ser capaz.
Hablando de mi método y de su sustento en la fantasía, cuando se trata de concretar un encuentro sexual con un tipo desconocido, donde por supuesto existe una retribución económica, el proceso se inicia con un primer contacto por chat, durante el cual ojalá, no me perturbe ninguna foto o referencia visual del hombre en cuestión, lo que me permite ser libre y echar a volar mi imaginario erótico-sexual y convencerme de que al otro lado del ciberespacio se encuentra el hombre más apetecible, más sexy, más exquisito y más caliente del mundo, buscando obviamente la motivación y la excitación, para sostener el proceso que culmina con un encuentro sexual satisfactorio y con un pago oneroso en mi bolsillo.
Desde el otro lado de la barra, aunque sea básico mencionarlo, es necesario entender que en este primer acercamiento, el hombre necesitado de sexo quiere encontrarse con una mujer deseable y hermosa y que sea una perra sexy y fogosa en la cama (seguro habrá algunos que dirán que el sexo no lo es todo y que existen otros locus que explorar en una relación de Sugars por ejemplo, y que no hay que superficializar y bla, bla, bla…. pero en virtud de lo sistemático, hoy nos avocaremos al método, lo demás será materia de otra historia) por lo que estará expectante al giro que vaya a tener la conversación que comienza muy sutilmente. La idea es lograr conectar con el otro en ese primer momento para alimentar el deseo carnal, tal como si éste (el deseo) fuese un animal que va creciendo a medida que le vas dando más y más comida… pero todo esto, que explico tan teóricamente, es más fácil de comprender con una historia real. A saber…
Estaba en mi cama una mañana de sábado, recién despertando vestida sólo con mi pijama de osito Teddy, una camiseta y un shortsito rosados con un estampado muy tierno del osito en medio de mis bubis, me encanta ese pijama porque es lindo y ajustado pero muy suave y especialmente estimulante y excitante al tacto, así por las noches o las mañanas, cuando estoy especialmente caliente, puedo acariciar cómodamente con mis dedos mojados en saliva las partes más sensibles de mi cuerpo.